Viviana Conti denunció públicamente a su ex pareja, Juan Luis Aráoz, padre de sus dos hijos, después de que la golpeara con un adoquín y apuñalara su colchón cinco veces con un machete. “Quiero que todos sepan quién es, porque no tiene límites y tengo miedo por mi vida”, aseguró.

17 Oct 2017
    

Viviana Conti tiene miedo de no poder siquiera seguir narrando, con crudeza y valentía, cada episodio por el que la hace pasar su ex pareja, padre de sus dos hijos, Juan Luis Aráoz.

El viernes, en el Instituto Superior de Formación Docente número 3 de nuestra ciudad, convocó a una conferencia de prensa para hacer pública su situación, y expresó: “Siento que estoy en peligro y se confirma con el último hecho de violencia en mi casa, del cual sobreviví porque justo no estaba adentro, pero mi hijo de diez años pudo ver todo”.

El hecho al que hace referencia Viviana, asegura que “conmovió a toda su familia y es imposible de pasar por alto”. Dice, mientras se le anuda la garganta, que si le pasa algo, necesita “que todos sepan quién es" la persona que la agrede de esta manera, sin límites.

Juan Luis Aráoz, el lunes de la semana pasada fue a la casa que Viviana comparte con sus hijos, golpeó la puerta, la tiró abajo, se metió por la fuerza y agarró un machete de la barra del domicilio. “Adentro estaba mi hijo, que se queda petrificado en ese momento, mientras lo ve dirigirse a mi habitación y apuñalar cinco veces mi colchón”, detalló y continuó, contagiando el miedo: “Justo no estaba en mi casa, sino no estaría contando esto, había ido unos minutos a lo de mi hermana, que estaba a punto de tener a su hijo, y pude ver desde la esquina cuando mi hijo salió corriendo, desesperado”. 

Viviana asegura, sin dudas, que sigue con vida porque “por cinco minutos" no se encontró con Aráoz.

La mujer corrió a su hijo por la calle sin aún saber lo que había pasado dentro del domicilio, pero una vez que pudo alcanzarlo conoció la verdad: “Mi hijo, con diez años, me dijo que su papa había preguntado por mí tras romper la puerta de entrada, y después había tomado el machete y apuñalado el colchón. Fue entonces que llamamos al móvil de la Policía, que pudo confirmar todo”.

“El mensaje es totalmente claro y es por eso que estoy temiendo”, siguió la joven: “Hasta ahora me sentía un poco desamparada porque no veía soluciones en la Justicia; ¡el lunes violó la prisión domiciliaria para venir a mi casa!”.

Viviana tiene motivos para tener miedo. Sabe de lo que su ex pareja es capaz. Basta recordar un episodio un mes atrás, frente a la escuela 188 y a decenas de personas, cuando el hombre la golpeó con un adoquín en la cabeza, dejándola inconsciente, mientras ella hablaba por teléfono dentro de su automóvil.

“Siento que también hay gente cómplice de cierta manera, porque ningún vecino se involucró, nadie quiso salir como testigo", lamentó, esperando que el tan famoso “Ni Una Menos” se haga carne, antes de llevar flores a un cementerio: “Siento que lo único que puedo hacer para vivir, es hacerlo público”.

“Nadie puede pararlo”

La sensación de Viviana es tan tangible en su certeza, que asusta: “Nadie puede pararlo”, arroja, y ejemplifica su paranoia con datos concretos: “Tenía rondines policiales que se los sacaron porque se presentó diciendo que iba a tener buen comportamiento. Una semana después me golpea en el auto en frente de la escuela 188… Por este hecho seguimos en juicio, falta la audiencia, pero afortunadamente hay cámaras que lo filman en el momento que comete la agresión”.

Con antecedentes que datan de décadas atrás, Aráoz, de 40 años, vecino de nuestra ciudad se encuentra actualmente cumpliendo 17 días de prisión preventiva en la Comisaría 43, pese a que la Fiscalía solicitó dos meses hasta poder presentar el caso.

Lo que restará ahora es que la Fiscalía presente el caso con las evidencias necesarias, teniendo en cuenta que la preventiva vencerá en solo algunos días más y Aráoz, otra vez, puede quedar libre: “Las denuncias anteriores nunca llegaron a donde yo llegué ahora, por eso él estalla en su enojo y toma estas represalias contra mí”, finalizó Viviana, confiando en que la Justicia puede ser más que solo una palabra a la que elige aferrarse para mantenerse con vida.