El accidente del sábado por la noche involucró un repetido combo de animales sueltos, imprudencia al volante y poca iluminación, poniendo en evidencia, entre otras cosas, la falta de controles de calidad en una ciudad en la que pareciera que todos miran, pero nadie cuida de nadie.

30 Jul 2018
    

Siempre son los hechos lamentables los que nos obligan a mirar hacia atrás y, con el diario del lunes, analizar qué se podría haber hecho de alguna manera distinta para no llegar al mismo resultado.

En el accidente que tuvo lugar este sábado, en el que una joven de 16 años resultó herida y se encuentra internada en Neuquén Capital, todo falló, dejando en evidencia zonas grises, imprudencias individuales y colectivas y un importante cuestionamiento: ¿Quién nos cuida, cuando nadie es responsable?

Todo comenzó cerca de las 21 horas, sobre la Ruta Nacional 40, cuando el conductor de una Toyota Hilux, vecino de nuestra ciudad, que volvía de Bariloche junto a su hija, impactó contra un caballo suelto que se cruzó en el camino.

De milagro, tanto por la afluencia vehicular de un sábado en ese horario como por la magnitud del impacto, que astilló el parabrisas de la camioneta casi de forma completa, dañando además uno de los focos delanteros, padre e hija sobrevivieron a la colisión, aunque tomando luego una decisión cuestionable: la de seguir camino, aún en el estado de shock en el que se encontraban y sin visibilidad del lado del conductor, en un rodado que ya no estaba en condiciones de transitar.

La División de Tránsito fue advertida del impacto con el caballo por un llamado anónimo, pero al dirigirse al lugar no encontraron ni al animal ni al vehículo, por lo que abandonaron la escena rápidamente, para reencontrarse con el protagonista solo una hora después, en la intersección de Bello y GinGins, con el nuevo accidente consumado: había atropellado a una joven de 16 años, en un sector muy poco iluminado, conocido de larga data por su incipiente peligrosidad, dado que son muchos los vecinos que utilizan a diario el tramo.

En la noche del sábado, sobre la Ruta 40, a la altura de la cancha de Polo, había un control de Gendarmería Nacional que se mantuvo hasta cerca de las 22, mientras que otro, de Policía, aguardaba a los conductores sobre la Ruta Alternativa Norte. Surgen entonces nuevas dudas: ¿Ninguno vio a la camioneta circulando en el estado en el que se encontraba? ¿Ni siquiera desde las cámaras de vigilancia pudieron advertirlo?

¿Y a quién culpamos por los animales sueltos en Sietelagos? ¿A Guardas Ambientales? ¿A Vialidad Nacional? ¿A los alambrados que faltan? ¿A los dueños que no se hacen responsables? ¿A la siempre reactiva y nunca proactiva forma de responder que se tiene respecto a todo a nivel nacional?

El accidente del sábado por la noche demostró, una vez más, que las fatalidades existen, pero la realidad las gesta y luego, nadie sabe a quién culpar por ellas.