El domingo a la madrugada, a un vecino del barrio Colonia Maipú le destruyeron el auto a piedrazos por tercera vez en cinco meses. En su misma cuadra, semanas atrás, delincuentes extorsionaron a otro vecino pidiéndole 3000 pesos, a cambio de no quemarlo vivo con su familia, dentro de su propia casa.

09 Ago 2016
    

Roberto es un vecino del barrio Colonia Maipú, ubicado entre Los Chilcos y Barrio Jardín. Mañana, miércoles, su mujer tiene fecha para dar a luz a su segundo hijo. Por los nervios que siempre anudan las panzas en ocasiones tan importantes, es que las noches de esta familia vienen con insomnio hace varios días. A las 3 y media de la madrugada del domingo, mientras luchaban contra sus ganas de dormirse, los sorprendió una explosión. Y otra. Y otra. Piedras de 3 kilos eran arrojadas por dos personas sobre los vidrios de su auto. Es la tercera vez que les sucede en los últimos 5 meses, pero aún así, Roberto dice que no está enojado, sino que siente “pena por lo que nos está pasando en San Martín de los Andes”.

“Ya tuvimos un piedrazo en la puerta-ventana que da al frente de mi casa, que por suerte tenía una persiana para contener el golpe. A los pocos días, a otro vecino le rompieron todos los vidrios del auto con piedras que pesarán medio kilo cada una, y a la semana a otro más. Una de las últimas veces, cuando me vieron que yo los estaba viendo, mientras se iban agarraron la antena de otro auto, le hicieron un rulo, la destruyeron”, contó el vecino, en diálogo con Radio Fun.

Roberto también es representante de la comisión provisoria del barrio Colonia Maipú y cree que los hechos de inseguridad que se están sucediendo en su cuadra, pueden deberse a una discusión iniciada con un miembro del barrio vecino de Los Chilcos. “Creo quizás que viene por ese lado. Uno de los hijos me manifestó que le había faltado el respeto a su padre. Fue una charla nada más, hablamos fuerte, intercambiamos ideas, pero me dijeron que la iba a tener que pagar. Y justo después arrancaron los piedrazos…”, indicó.

De acuerdo a lo que manifestó Roberto, que hoy cuenta con todos los vidrios de su auto estallados, y un arreglo presupuestado en casi 16 mil pesos que no le cubre el seguro, “los vecinos querían ir y hacer justicia por mano propia". Según cuenta, "es la primera reacción cuando te rompen algo que cuesta un montón, pero yo puse paño frío y fuimos 15 vecinos a hacer la denuncia. Nos la tomaron en conjunto y se convirtió en denuncia penal. La idea no es perjudicar ni al padre, ni a los chicos, yo creo en Dios, en el amor al prójimo. En este momento si me preguntás, no siento bronca, siento pena por lo que nos está pasando en San Martín de los Andes”.

“Justo la semana pasada participé de una reunión con la Intendente, junto con Pastores de la ciudad, a ver de qué manera nos podemos unir para aportar, porque vemos que en la juventud hay un sector en donde va avanzando el consumo de la droga, del alcohol, del ocio, entonces aportamos ideas para armar talleres, yo soy metalúrgico, di la opción de armar un taller para aprender a soldar. Esto fue el miércoles pasado y ahora me pasa esto a mí”, expresó Roberto, que sigue haciendo “denuncia sobre denuncia”, y recordó: “A otro hombre le prendieron fuego la casa. Y hace quince veinte días, a otro vecino le pidieron 3 mil pesos para no quemarlo vivo con su familia, en su casa. Esto es un alerta”.

Si bien hasta el momento, en todos los incidentes no hubo que lamentar más daños que los materiales, Roberto asegura que si alguna de las piedras hubiera impactado contra su hijo de 7 años o su mujer, otra sería la historia: “Si yo te mostrara las piedras que entraron por mi auto, una pesa 3 kilos. Cuando mi nene vio el auto le agarró una reacción de nervios, temblaba, lloraba… ¿Por qué tenemos que vivir de esta forma? La primera reacción es vámonos de acá, pero ¿Por qué nosotros nos tenemos que ir?”, preguntó en diálogo con Radio Fun.

El vecino, además, aseguró que “tenemos la posibilidad de aportar hacia la sociedad, yo soy un ciudadano más, vamos a hacer algo en conjunto" y se preguntó, sin esperar respuesta más que el consuelo de que por favor no le vuelva a pasar: “¿Por qué queremos salir corriendo? Si ellos quisieran, hay una salida. ¿Por qué ellos pueden quedarse y hasta reírse? ¿Por qué nosotros tenemos que tener miedo?”.