El miércoles, en declaraciones a Radio Fun, la Intendente Municipal, Brunilda Rebolledo, hizo referencia a problemas heredados de gestiones anteriores, los cuales debe afrontar en su período actual. Entre ellos, mencionó a la iluminación de la Costanera del Lago Lácar, sobre la que aseguró que diversos profesionales conincidieron en dictaminar que tiene un problema de origen, una “falla de sistema” que genera que si algo se rompe y se repara, “se volverá a romper”.
En respuesta a estos dichos, Martín Comesaña, Ingeniero de la empresa Comesaña & Marcovesky Ingeniería Eléctrica, encargada durante los años 2007 y 2008, de transformar en obra el diseño ganador del “Concurso Costanera”, detalló en qué consistió la instalación de más 260 luminarias, su funcionamiento, implementación y, más tarde, sus progresivos deterioros, llevando al oscuro resultado actual.
El comienzo
“Nos contrata en 2007 la empresa HIDRACO, que había ganado la licitación para la obra. El pliego estaba dividido en varios rubros, nuestra intervención fue para cotizar el eléctrico, que consistía de la instalación de 260 luminarias de diferente tipo, a lo largo de toda la extensión de la costanera, y proveer el proyecto eléctrico de esa instalación”; indicó Comesaña: “Lo que gana el “Concurso Costanera” es un dibujo que consistía en las vistas de paisaje, desarrollo geográfico, tipo de luminaria, del arquitecto Ángel Barceló. Un dibujo muy bonito, que también indicaba cómo estarían distribuidas las luminarias. Era un desafío, porque se trataba de una extensión importante y había que darle entidad técnica a eso”.
Luego de ganar la licitación, “la Empresa vino con una mirada interesante porque pretendían contratar productos y servicios locales”, agregó: “Lo hicieron en la mayor parte de los requerimientos, en los materiales eléctricos, la madera, aunque la luminaria se compró en Buenos Aires”.
Las tareas de cotización se dieron durante 2007, aunque “el trabajo efectivo” de Comesaña & Marcovesky Ingeniería Eléctrica se desarrolló a lo largo del 2008.
“Primero documentamos: Éstas son las luminarias, así tienen que estar distribuidas en el terreno. Nos dieron las características e hicimos cálculos eléctricos para poder instalarlas. Hay tres tipos de luminarias en el Proyecto, las elevadas, las de media altura, que son petriles en madera, y luminarias de piso”, detalló, y sobre las mismas, mencionó algunas preocupaciones que el equipo de trabajo enfrentó frente al diseño: “Cuando vimos los dibujos de las de alto, lo primero que hicimos fue ir a la carpintería que las iba a fabricar, porque son de autor, teníamos que crear el equipo eléctrico y que fuera seguro, dentro del cuerpo de esa luminaria específica. Fue un tetris el proceso de transformar ese dibujo en una luz que funcione”.
“Las de piso nos preocupaban”, añadió: “Vimos que en el contexto que se iba a instalar era potencialmente agresivo para aparatos eléctricos, por la lluvia, nieve, saltos térmicos, frío extremo, niños jugando, tránsito vehicular, etcétera. Lo primero que tomamos como determinación entonces, nuestro eje, fue la seguridad para el público. Cualquier defecto eléctrico en alguna luminaria o instalación, es relevado por una protección y queda desconectada la tira de luces. Pusimos una protección mayor que una estándar”, destacó, sin dudar en afirmar que el criterio que su empresa utilizó fue basado en la premisa de la seguridad para el entorno: “¿Se puede apagar la tira de luces? Sí, pero que no se lastime nadie”, resumió: “Hicimos montaje, tiramos 3 kilómetros de cable subterráneo, 800 metros de cable desnudo para aumentar la seguridad del resultado. Tiene conectados circuitos con 10 o 12 lámparas, y si tenés un problema con una, las 12 quedan fuera de servicio, por eso a veces se generan apagones en algunos sectores”.
“Es cierto que las luminarias de piso que mandaron no son aptas para la zona. Nadie avisó a las personas que las eligieron en Buenos Aires, que iban a quedar bajo el agua cuando el lago crece o cuando lloviera. Al advertirlo, me dijeron que las pusiera porque eran las que eran”, agregó.
Finalmente, tras un arduo trabajo, Comesaña y Marcovesky entregaron e inauguraron la obra, completa, con las 260 luces funcionando, a la entonces Intendente Luz Sapag: “Nunca hubo inspecciones por parte del Municipio, aunque personalmente tengo 2500 fotos de esta obra, cada paso que se dio”.
El presente
“Muchas de las luminarias ya no existen”, lamentó el Ingeniero Comesaña: “Inmediatamente después de inaugurada la obra, empezaron los problemas, sobre todo el vandalismo. Hubo sectores donde las luces se pintaron con aerosol, se arrancaron. Veías los álamos iluminados desde abajo, una belleza era, el muelle iluminado… ya no se ve más. Esas fueron las primeras. Hubo ataques con piedras, con objetos punzantes. Nosotros empezamos por pedido de Sapag, un seguimiento como vecinos, documentando todo lo que iba ocurriendo”.
Más adelante, en febrero de 2010 aproximadamente, comentó que se vivió un “pico de crisis” por el estado de las luces del área, y Luz Sapag les expresó que “estaba hecha un cachivache”, por lo cual debieron realizar un nuevo mantenimiento intensivo: “Encontramos 14 lámparas vandalizadas, otras 36 luminarias con lámparas quemadas, 12 con fusibles quemados, 14 luminarias que no estaban funcionando, de las cuales 1 era atribuible a problemas de mano de obra”.
En continuación a esta denuncia, aseguró que en la Costanera, en desmedro de esta obra, ocurrieron otro sinfín de situaciones: “Accidentes de auto sobre las luces, hurto de partes, incluso roedores, jamás lo imaginé, que se comieron los cables de abajo del deck donde estaba la Marina, los empalmes de derivación. Y las luminarias que nos enviaron no había forma de desconectarlas, por sus características físicas, entonces, si las ratas se comían las borneras, no hay instalación que aguante”.
¿Se podría haber evitado el rápido deterioro del “Proyecto Costanera”?
“Se trata de una obra delicada, advertimos que iba a requerir seguridad y mantenimiento preventivo no correctivo”, arrojó Comesaña: “Hay que ir a la prevención porque cuando corregís, ya está oscuro. Habíamos propuesto seguimiento semanal nocturno para detectar faltantes, roturas, operar al día siguiente en la parte correctiva. Pero no se hacía, y así no se puede llegar nunca”.
Si bien el Ingeniero comentó que se desvinculó de la obra luego del fallecimiento de Luz Sapag, volvió a prestar servicio a la misma durante el gobierno de Juan Carlos Fernández: “Cuando asumí la Secretaría de Obras Públicas, me pidieron que me ocupara del tema. Para no ser Juez y parte, pedimos a un electricista amigo que se ocupara. Avanzó bastante algunos arreglos menores, algunos cambios de lamparitas, hasta que nos dijo que requería de mucho recorrido y tiempo, que no podía ocuparse más, entonces, a título gratuito, hice el mantenimiento integral desde el monumento a Roca hasta la trampa de peces”.
“Después, ya no fuimos invitados a la Costanera”, finalizó el ahora ex Secretario: “Ni para preguntar por dónde pasan los cables. Pedí durante un mes y medio una entrevista con la actual intendente, Brunilda Rebolledo, para llevarle la información que tengo disponible, foto, textos, planillas y no me recibió. Interpreté que no tenía intención en hablar conmigo de este tema”.
Para finalizar, el Ingeniero hizo especial hincapié en que “se entregó todo funcionando” en 2008, pese a que no hizo falta mucho tiempo hasta que los factores humanos, conjugados con la falta de cuidado, desembocaran en la oscura realidad que rodea a la costanera al día de hoy.
Foto: Archivo Martín Comesaña, año 2008, primera prueba nocturna de la Costanera.