Para las que se hacen con la vida, porque nunca encontraron la escuela que les enseñe a dar, enseñar, amar y guiar por el camino del amor.
Porque tienen esa capacidad única de comprensión.
Porque llevan con alegría y dolor ese premio a la fortaleza, las dueñas de la vida.
Las madres que nos soñaros, nos planearon, nos llamaron y nos trajeron. Nos mimaron, cuidaron, educaron y guiaron.
Las abuelas que nos mal y bien crían, llenándonos de dulces y amor.
Las hermanas que nos ayudan, acompañan y tienen la complicidad justa para que compartamos la felicidad.
Las compañeras de la vida que caminan de nuestra mano y que diseñan posibles y deseables futuros de felicidad.
Las hijas que nos hacen explotar el corazón de amor. Que nos mandan con sus sonrisas y miradas.
Un nuevo 8 de marzo ha llegado y lo recibimos con esa felicidad de que estén allí, ocupando esos espacios imprescindibles para que todo siga así, crezca y se mantenga con la calma necesaria. Es como cuando a la mitad de la noche te levantás para taparlos... todo sigue en calma.
Mujeres, feliz día y gracias, muchas gracias,
por ser mujeres.