Hace unos años una familia de la zona donó un terreno para la construcción de la capilla San Alicia. Éste fue bendecido por el padre José María Lynch, párroco en nuestra ciudad hasta algunos años. Cuando se incendió el cuartel de bomberos de Villa Meliquina, lugar que se utilizaba para dar la misa los domingos, los vecinos del lugar se pusieron manos a la obra.
Así fue como nació la capilla Santa Alicia que, si bien aún está en construcción, pudo ser inaugurada en Nochebuena del año pasado cuando se celebró la primera ceremonia religiosa.
El nombre de Santa Alicia fue solicitado por los antiguos dueños de la tierra, la familia Steverlynck, que al donarla solicitaron que tuviera ese nombre por su origen belga.
Santa Alicia de Schaerbeek (Aleydis) (Sainte Alice en francés) (1204–1250) es una virgen y santa católica.
Alicia, después de una infancia frívola, fundó la Orden de Canónigos de Nuestra Señora, junto Pierre Fourier, para la enseñanza de niños pobres y chicas jóvenes.
Alicia nació en Schaerbeek, cerca de Bruselas. A los siete años y después de una infancia un poco agitada, entró en un convento cisterciense llamado Camera Sanctae Mariae, lugar donde permaneció hasta el final de sus días. La comunidad cisterciense fue la inspiración de su espíritu de humildad. De todas maneras, a edad temprana, contrajo la lepra y fue aislada. La enfermedad causó en Alicia intensos sufrimientos, y en ocasiones se quedó paralítica y ciega. Su gran consuelo vino en la recepción de la Sagrada Eucaristía, aunque no se le permitía beber de la copa por el peligro al contagio. Según la tradición, el Señor se le apareció para comunicarle que él estaba tanto en el cuerpo como en la sangre. Murió en 1250, donde fue conocida por sus visiones.