Historia mínima: “Sisi, la última emperatriz de Europa”
Se llamaba Elisabeth Amelie Eugenie Herzogin de Baviera y "Sissi" fue una derivación del diminutivo "Lisi". Se casó a los 16 años con su primo, el emperador Francisco José I, de 23, quien se enamoró perdidamente de ella al verla, cuando en realidad la que debía ser su candidata era la hermana mayor de Sissi, Elena. De ese modo, Sissi que ya había nacido duquesa, se convirtió en la emperatriz consorte de Austria y reina consorte de Hungría, Bohemia, Croacia, Eslovenia, Dalmacia, Galicia, Lodomeria e Iliria. Quedó en la historia como la última gran emperatriz de Europa.
Nació en Múnich en 1837 y murió en Ginebra en 1889. Además de ser bellísima, era políglota, odiaba la vida de la corte con su estricta disciplina y sus convencionalismos. Era poeta, lectora y admiradora de Shakespeare, Heine, Shopenhauer y Hegel. Tenía sus excentricidades: cuidaba mucho su larga cabellera, haciéndose lavar con una mezcla de coñac y huevo batido. Amaba los animales, tenía perros, pájaros exóticos y a su caballo favorito le puso el nombre "Nihilista". Le gustaba nadar, se tapaba la cara con un abanico negro de cuero cuando quería poner distancia con ciertas personas, la apasionaban los viajes (hizo más de treinta dentro y fuera del Imperio Austro-húngaro).
De sus cuatro hijos, la pequeña Sofia murió de tifus a los dos años. El único varón, Rodolfo de Habsburgo, a los 30 años, fue encontrado muerto junto a su joven amante, la baronesa María Vetsera, en su pabellón de caza de Mayerling. Se habló de un doble suicidio, de un acuerdo entre los amantes, pero también se especuló con que ambos habían sido víctimas de un complot austríaco o francés, ya que él era el heredero a la corona del Imperio Austro-húngaro y tenía ideas muy liberales para la época. Ese terrible acontecimiento fue conocido como "El crimen de Mayerling" y llevado al cine en varias películas, la última (1968), dirigida por Terence Young, con Omar Sharif y Catherine Deneuve. Tras el drama de su hijo, Sissi cayó en una depresión y guardó luto hasta el día de su propia muerte, ocho meses más tarde.
Detestaba más que nunca el protocolo imperial de Viena y, en cambio, adoraba a Hungría, país donde -se murmuraba- había tenido, hacía años, un romance con el apuesto conde-coronel Gyula Andrassy. Iba con frecuencia a Budapest, pero sobre todo viajaba a Ginebra, lugar que le encantaba. Fue allí que, el 10 de septiembre de 1898, antes de subir a un barco para pasear por el lago Leman, un anarquista italiano la hirió de muerte, clavándole un estilete en el corazón.
Las manías de una emperatriz:
Isabel de Baviera o Elisabeth de Baviera, era una mujer que tenía múltiples manías y rarezas. A su obsesión enfermiza por su imagen y su alimentación se añadía su pasión por los animales, hasta el punto de pasear con sus perros por los salones de palacio. Su gran pasión por los caballos –contaba con decenas en sus cuadras–, se unía a su afán por mantenerse en forma y hacer ejercicio continuamente, cuando no andaba durante horas, montaba encima de uno de sus múltiples caballos.
Para poder tomar leche fresca cada día mandó instalar un establo en el palacio de verano de Schönbrunn y durante sus largos viajes, solía transportar vacas, cabras o corderos con ella. Llevada por su pasión por Homero, convertía los trayectos hasta las islas griegas en una emulación de la Odisea, mandando que la ataran a un mástil.
En sus numerosos desplazamientos, la emperatriz llevaba siempre consigo un nutrido botiqui?n, enseres para preparar la comida a su gusto, aparatos de gimnasia y algu?n cuaderno en el que anotaba sus pensamientos o se desahogaba escribiendo poemas sati?ricos.