El acto dio lugar a un encuentro emotivo con muchos recuerdos de la historia de la escuela, imágenes y videos que se proyectaron con el slogan “toda acción deja su huella”, hecho por los mismos alumnos, con todo su esfuerzo y dedicación. La directora del establecimiento, Patricia Saldico, recordó en su discurso a todas las personas que formaron parte del inicio de la escuela, los ex alumnos y docentes.
“Festejar los primeros 25 años de la institución es un orgullo y un honor”, expresó felizmente Saldico, agradeciendo a todos aquellos que forman parte de la escuela, que luchan y se esfuerzan en su trabajo para sacar adelante a los chicos que expresan día a día un nuevo desafío.
“Esta tarea nos ayuda a valorar los pequeños logros, ver la sonrisa de felicidad de un alumno que aprendió aquello que tanto deseaba”, agregó la directora, refiriéndose a las cosas cotidianas de la vida, desde aprender a atarse los cordones hasta aprender a mirar la hora.
La ceremonia contó con varias sorpresas: la primera fue por parte del cuerpo legislativo, donde en representación, la concejal Emilia Otharán, hizo entrega de una placa en homenaje al aniversario nº 25; seguidamente el docente Pato Bonzanti, entregó una pintura en honor al aniversario que representa también a la Historia Argentina.
Un alumno junto a dos docentes, interpretaron un chamamé, en donde el pequeño tocaba el bandoneón y las maestras lo acompañaban con guitarras y voces, cantaron una canción deseándole Felíz Cumpleaños a su escuela tan querida y luego interpretaron la canción “amigo” de los Enanitos Verdes, que el alumno dedicó a un amigo de La Rioja.
Participaron de este acto, representantes del Consejo Provincial de Educación y de la Supervisión de Educación Especial, delegaciones del CPEM 13, CPEM 28, Escuela Especial Laboral Nº3, Escuela 142, Escuela 5 y Escuela del Sol, autoridades de Gendarmería Nacional y del Rotary Club local, y los integrantes de la murga “Apretando los dientes”, quienes dieron cierre a esta celebración.
Fue realmente un emotivo acto, en un salón colmado de gente, donde abundaba la risa, el llanto de emoción, la felicidad y por sobre todas las cosas el orgullo de trabajar con chicos especiales que día a día necesitan aprender lo cotidiano de la vida.