“El poder del femicida se sostiene en la ineficacia de la justicia y de las políticas públicas para actuar acorde a este flagelo”, reza un comunicado de prensa que ha enviado la Agrupación La Maroma. El 4 de abril de 2015, Laura Vásquez, fue asesinada por su pareja al caer en el vehículo en el que viajaban por un barranco al lago Lacar.

04 Abr 2016
    

Un año se cumple de uno de los dos femicidios que San Martín de los Andes tuvo que soportar durante el año 2015. Se trata del hecho que terminó con la vida de la joven Laura Vásquez, estudiante del Instituto de Formación Docente de San Martín de los Andes.

“A un año del FEMICIDIO de LAURA VASQUEZ PROVOSTE sucedido en nuestra localidad, la AGRUPACION DE GÉNEROS LA MAROMA, invita a reflexionar: Hoy la violencia se llama FEMICIDIO”, expresaron desde La Maroma.

“El motivo por el cual nos siguen asesinando es por ser mujeres. Las estadísticas de esta realidad no mienten. El poder del femicida se sostiene en la ineficacia de la justicia y de las políticas públicas para actuar acorde a este flagelo. Y de una gran parte de la sociedad que aún justifica los golpes, los "chistes" misóginos, la desigualdad  y  todos los estereotipos y prejuicios que los parieron”, dice un parte que ha enviado la organización.

La Agrupación la Maroma, ha elegido recordar a Laura con un poema: 

 

NO ERA YO EL PROBLEMA
El problema no era el golpe
ni el insulto,
tampoco el dolor
o la sangre en el piso.
El problema no era la cicatriz en el cuerpo
ni la culpa que sentía,
mucho menos la vergüenza.
El problema no era mi cuerpo
no eran,
ni mis ojos,
ni mi color.
El problema era mi condición
ser mujer, ese era el problema.
No era por como vestía
ni por lo que decía.
Era porque así tenía que ser,
porque siempre había sido de esa manera,
porque mi abuela le dijo a mi madre que el hombre era Dios
y eso me enseñó ella.
El problema era el mundo,
con sus códigos machistas,
desiguales y violentos,
con sus lenguajes sexistas
y sus morales dobles.
El problema no era mío,
era de todos,
de los que sabían y no hacían nada,
de los que se tapaban los oídos y desviaban la mirada,
de los que justificaban al hijo,
de los que celebraban la paliza.
El problema no era yo
y tampoco era nuevo,
era falta de memoria,
injusticia,
abandono.
El problema era una historia contada por hombres
y padecida por mujeres;
eran niñas vestidas de rosa para que fueran más puras
y niños pintados de azul para que fueran más rudos,
el problema no era el golpe en la cara,
era el permiso de todos,
el creer que era natural,
el sentir que era bueno,
el tolerar por miedo.
El problema no era el puño
era la herida en el alma
y el silencio.
(Jhoana Patiño, escritora colombiana).


 

Fotografía: Facebook/Ailen Castañon