La idea está, falta maduración. A un equipo hecho y derecho no se le debería escapar un partido que controló en un 70 por ciento y ante un rival al que quintuplicó en cantidad de situaciones de gol. A diferencia de lo ocurrido ante Brasil y Portugal, amistosos que resolvió en el final para redondear una imagen positiva, el seleccionado terminó ayer desinflado, sin saber cómo doblegar a Estados Unidos, que había sido inferior.
La Argentina intenta afianzarse en una idea de juego que le permita hacer goles como el que le convirtió a Estados Unidos: notable pared entre Lavezzi y Messi, que llegó al fondo para asistir a Di María, cuya definición tapó Howard; el rebote lo tomó Cambiasso, uno de los jugadores más inteligentes y sorpresivos para llegar al área rival, donde resolvió con un zurdazo alto. El gol fue una buena carta de presentación del estilo e identidad que persigue este seleccionado: mucha posesión, toque y circulación. Pelota al pie para dominar a rival, como ocurrió en el primer tiempo ante Estados Unidos, que corrió detrás de la Argentina con desesperación -y algunas brusquedades- para contrarrestar la movilidad del equipo de Batista.
El Checho también intenta que los intérpretes se vayan familiarizando con su ideario. Por eso les ratificó la confianza a los mismos jugadores que ganaron el último amistoso ante Portugal, con la salvedad del cambio obligado de Andújar por Romero (lesionado). Busca salida limpia y segura con Banega y Cambiasso, mientras los laterales se proyectan para ensanchar el frente de ataque, Mascherano retrocede casi como un tercer zaguero central y los tres de arriba aportan toda la chispa y creatividad, sin ocupar puestos fijos, con una constante rotación.
A la Argentina le sobró convencimiento en su propuesta y le faltó estar más fina y serena en los últimos metros. Cuando no se enredó en espacios en los que Estados Unidos juntó muchos defensores, no supo ajustar la definición. Messi y Lavezzi volvieron a demostrar buena sintonía, algo que podría beneficiar a Leo para que no siempre intente la maniobra individual.
Di María, Lavezzi y Messi estuvieron cerca de abrir el marcador. La Argentina llegaba con asiduidad al área de Howard, que pronto demostró reflejos y determinación para despejar lo que no podían sus duros y atléticos defensores. El seleccionado debió irse al descanso con una ventaja mayor, por dominio y situaciones de gol. Todo lo que no supo aprovechar en sus buenos momentos lo lamentó después, cuando sorpresivamente empató Estados Unidos y ya no pudo controlar el amistoso con la confianza y la firmeza de antes. En los dos primeros minutos del segundo tiempo, a Di María (desviado) y Messi (tapó Howard) se les escapó la posibilidad de poner la real distancia que había. Estados Unidos sólo había preocupado muy aisladamente. Sólo se mantenía en el partido por la corta distancia en el resultado. Todo cambió desde los 13 minutos: tiro libre, cabezazo de Bocanegra, Andújar dio rebote (ya le convirtieron varios goles de esa manera en Catania) y Agudelo consiguió el empate.
Ya nada fue lo mismo. La Argentina se desdibujó, pasó apuros en defensa y en ataque, cansada, le faltó lucidez. Le faltó inteligencia para evitarse complicaciones.
Fuente: canchallena.com