Nota de opinión del diputado nacional Francisco Sánchez

16 Oct 2020
    

Suele decirse que el capital de los periodistas es su credibilidad. Y aunque no por una cuestión profesional, sino de respeto a sí mismo, a los ciudadanos y por responsabilidad institucional, el presidente de una Nación debería blandir la objetividad y la verdad como estandartes de su gestión.


Una y otra vez, desde su asunción, Alberto Fernández ha dejado en evidencia que no dudará en echar mano a la mentira y a la confusión con tal de lograr la construcción de un relato. Las contradicciones se diferencian de la mentira. No hay lugar para cambiar los hechos, los datos, las palabras de otros. Sí, cada uno es libre de cambiar de opinión durante su vida, incluso en menor tiempo, aunque atente contra la confianza de quienes lo escuchan, todo un requisito para quien intenta liderar un país de casi 50 millones de habitantes. 

Ayer nomás, el presidente Alberto Fernández sostuvo que en 2019 se encontró con un Banco Central sin reservas. Cosa es que falsa. Se encontró con reservas aun mayores que las que había en 2015. 

Hoy vino a nuestra provincia a hacernos saber, en nuestra propia casa, que no tendrá empacho en mentir. Ya el tono épico que le dio al anuncio, tardío, del Plan Gas, una política que fue aplicada durante los cuatro años de gestión de Mauricio Macri también, hacía presagiar que intentaría denostar lo realizado y por supuesto, culpar al expresidente, y finalmente, mentir sobre resultados de la actividad gasífera. 

Todos los registros, incluso los que se pueden observar en las páginas oficiales del gobierno nacional, dan cuenta de que durante esos años creció el volumen extraído; hasta este año, cuando tuvo un declive que aun no se puede mensurar.

Presidente, no es necesario federalizar la mentira. 

Cuando venga con verdades y dispuesto a escuchar a una enorme cantidad de neuquinos que están sufriendo las consecuencias de su cuarentena y de las restricciones provinciales, volveremos a respetar su palabra.

 Mientras tanto, su credibilidad para nosotros está más enterrada que la formación Vaca Muerta.