El terrible hecho tuvo lugar en septiembre, delante de la hija de 12 años de la víctima. Además de la violencia ejercida, David Nataniel Vargas las privó de su libertad durante una noche entera, asegurándoles que si pedían ayuda, las iba a matar. El fallo, nuevamente sorprende por su perspectiva de género, y continúa marcando un precedente para la Justicia.

07 Dic 2017
    

“Estoy viva gracias a Dios, pero no me siento viva” fueron las palabras de G.E.W, una mujer de 42 años intentando rearmarse para poder levantarse otra vez, luego de que en septiembre, su ex pareja David Nataniel Vargas, de 28 años, la violentara de una manera descarnada, mordiéndole el rostro, lamiendo su sangre e intentando asesinarla, delante de su hija de 12 años.

G.E.W. y Vargas se encontraban separados al momento del hecho, aunque tiempo atrás habían tenido una relación que habían finalizado en buenos términos, por lo que habían salido a tomar algo a un bar en el centro de nuestra ciudad. Fue en ese momento que la pesadilla comenzó, cuando el hombre, tras una discusión en la puerta del local, golpeó a la mujer, la persiguió hasta su casa e ingresó con ella, por la fuerza. La arrojó sobre la cama. Trató de asfixiarla y las amenazó, ejerciendo presión con un cuchillo de cocina en el cuello de la mujer: “Si piden ayuda, las mato”.

Fue instantes después, en un momento en que ambas víctimas habían logrado zafarse para contenerse mutuamente del miedo, que el hombre volvió a arrojarse sobre G.E.W. para morderle la nariz con ánimos de arrancársela. Cuando la sangre comenzó a brotar, él la lamió, mientras celebró, a viva voz, “lo rica” que estaba.

Toda la noche debieron pasar encerradas en ese domicilio, privadas de su libertad, bajo la mirada de este hombre, quien no cesaba de reiterar que cualquier pedido de auxilio sería suficiente para terminar con sus vidas. A la mañana siguiente, les juró que las buscaría para matarlas si osaban denunciarlo y que, si llegaba a ir a prisión, asesinarlas sería lo primero en su lista una vez cumplida su condena.

“El nivel de cosificación de la mujer es tan extremo, que hasta cree tener el poder de tomarla para comérsela”, explicó en diálogo con este medio la fiscal del caso, Inés Gerez, quien nuevamente, como en el caso relatado ayer, celebró la “perspectiva de género” desde la cual el Magistrado, en este caso Nazareno Eulogio, abordó el caso, logrando una pena de prisión efectiva de dos años y dos meses para una persona que, al momento de la sentencia, no contaba con antecedentes penales, hecho que usualmente amerita la prisión en suspenso.

La Fiscal también destacó que, durante el proceso, “se hizo la pericia psicológica respectiva que arrojó que Vargas es totalmente imputable”, conociéndose a través de la misma que incluso había ejercido violencia hacia otra de sus ex parejas, pese a no haber sido denunciado.

Los hechos por los que se lo acusa fueron caratulados como “desobediencia a una orden judicial en concurso ideal con lesiones leves doblemente agravadas por haber sido cometidas mediando violencia de género, con una persona con quien se mantuvo una relación de pareja; amenazas agravadas por uso de arma y privación ilegitima de la libertad”.

Gerez también precisó que Vargas “asumió la responsabilidad por los tres delitos, pero no tenía antecedentes, por lo cual este fallo es fantástico, porque fue tomado con perspectiva de género, fundamentado muy bien en cuanto a la simetría de poder y a la cosificación”.

Como en todos los casos, la defensa del acusado podrá solicitar la impugnación de la pena, en un plazo de diez días hábiles, que corren desde ayer.