Nacida en el paraje Chapelco Chico, a unos 17 kilómetros de San Martín de los Andes, celebró su cumpleaños junto con parte de su familia. Tuvo 16 hijos, 47 nietos, 74 bisnietos y 19 tataranietos.

28 Dic 2011
    

A pesar de que la partida de nacimiento indica que Claudovia Zúñiga cumple hoy 99 años, los familiares le festejaron ayer los 100 años, porque a principios del siglo pasado a los niños se los inscribía cuando el Juez de Paz llegaba de Zapala a San Martín de los Andes y convocaba a los habitantes de los parajes adyacentes.

La “abuelita Flores”, su apellido de casada y como la conocen los vecinos de la localidad cordillerana es una de sus pioneras a pesar de haber nacido a unos 17 kilómetros en un paraje llamado Chapelco Chico.

Coqueta, cálida y afectuosa, Claudovia goza de un estado de salud casi impecable si no fuera porque a veces la sordera la deja ajena a la conversación. Tuvo 16 hijos de los cuales 7 están con vida, 47 nietos, 74 bisnietos y 19 tataranietos.

“Mamá debe tener 100 ó 101 años porque mi papá contaba que mandaban un chasqui desde el pueblo para avisar a los que vivían en parajes aledaños para que bajaran porque había llegado el oficial de Justicia a inscribir, a casar y a dar partida de defunción. Incluso decía que las hermanas mayores no tenemos la fecha exacta de nuestro nacimiento justamente por eso”, señaló Mirta, una de las hijas mayores con quien vive desde hace dos años en esta ciudad.

“Mi abuelo tenía una estancia y mi padre empezó a trabajar para él como jornalero. Como mi abuelo no quería saber nada que mi madre se enamore del peón, se empezaron a mandar cartas entre la ropa cuando se la enviaba a mi madre para lavar. Sin quererlo, mi abuelo oficiaba de cartero. A los 17 años se casó con mi padre, vivieron 63 años juntos y tuvieron 16 hijos”, relató Mirta.

 
Siempre activa

La juventud de Claudovia se caracterizó por una vida activa en la que nada le resultó fácil.
Esta mujer trabajó a la par de su marido en todas las estancias de la zona para llevar el hogar adelante, sostuvo la familia sin un almacén en la esquina, se abastecían con lo que producían, además era la peluquera, modista y cocinera de sus 16 hijos.

“Mamá era muy activa, todo lo que sabemos lo aprendimos de ella. Sumamente inquieta, todavía la recuerdan por su sopa”, agregó una de sus hijas.

Claudovia no padece de ninguna enfermedad, sólo hay que acercársele al oído y hablarle en voz alta para que ella responda. Cómplice de sus tataranietos, los besa y se llena de sus afectos.

“Me gusta más allá (por San Martín de los Andes) es relindo”, se emociona la abuela al recordar su terruño.

“Hará dos meses fuimos a San Martín de los Andes, ella está muy lúcida, cuando íbamos por la ruta nos iba nombrando los parajes por los que transitamos uno por uno. Nos decía: 'Crucen el puente, y aquella casa grande y blanca es la mía'”. Una vez ahí dijo: 'Llegué a mi pueblo'”, relató una de sus hijas.

Sus hijas recuerdan que sus padres vivían en el pueblo y la salida que tenían los fines de semana era irse al campo a vender lana, tejidos y conservas.

Hace dos años, la dieron por muerta

Hace dos años, una de las hijas de Claudovia Zuñiga la llevó a vivir a Córdoba, cambió el domicilio para poder contar con la obra social y se quedó un tiempo en esa provincia. Su salud desmejoró notablemente y llamaron al resto de sus hijos.

“Viajamos a Alta Gracia y la encontramos muy enferma, incluso el médico nos dijo que busquemos la forma de trasladarla a San Martín de los Andes porque le daban tres o cuatro horas de vida. Decidimos hacerlo porque era un sanatorio sin morgue”, comentó una de sus hijas.

A pesar de haber conseguido un avión sanitario para trasladarla finalmente no se hizo el viaje. “Mi hermana fue a la casa de velatorios en San Martín de los Andes para arreglar todo porque a las 3 de la madrugada salíamos con ella supuestamente ya fallecida. ¿Podés creer que se recuperó?, nos quedamos con el cajón elegido y todo”, recordó su hija.  

Le habían diagnosticado cáncer de colon totalmente ramificado sólo a través de una placa. Efectivamente no lo tenía. Unos veinte días después volvió en auto a Neuquén donde se le realizaron los estudios y el cáncer fue totalmente descartado.

“Le hicimos todo tipo de estudios. Tenemos médicos amigos y con la ayuda de ellos mi mamá salió adelante en tres meses. Creo que lo que más la afectó fue la depresión que le generó el estar lejos de sus pagos. Y acá estamos, gracias a Dios festejándole su cumpleaños”, sostuvo Mirta.