Mario Flores Monje, hijo de Mario Flores, tripulante del Crucero General Belgrano bombardeado por los ingleses, aborda en este artículo una respuesta

02 Abr 2021
    



De qué hablamos los argentinos cuando hablamos de Malvinas? ¿De nuestros límites geográficos, de la soberanía, de la guerra, de la usurpación, de los recursos naturales, de la Antártida, de la dictadura o de los veteranos y los caídos? ¿Hablamos del futuro o del pasado?
 A continuación, una breve respuesta apoyada en tres palabras

La primera es gesta. Lo sucedido en Malvinas en el otoño de 1982 fue una Gesta. Sin dudas, la gesta más heroica de nuestros tiempos. A pesar de que a los argentinos aún nos quede un largo camino para terminar de comprender la magnitud de lo hecho por los combatientes que no sólo pelearon contra un enemigo con más experiencia bélica, sino que también lo hicieron superando las propias limitaciones.
 Por ello se habla de gesta, porque no es valiente quien no tiene miedo, sino aquel que, venciéndolo actúa cuando debe hacerlo, con honor, y en pos de un fin que largamente lo excede.

La segunda palabra es soberanía. Quizá todavía quede quien confunda la dictadura con Malvinas. Es innegable la coincidencia temporal pero lo que debemos tener claro para transmitirles a las próximas generaciones es que los 2 de abril no conmemoramos ni la guerra ni la dictadura sino el esfuerzo de jóvenes, muy jóvenes la mayoría, que defendieron la soberanía y luego, por incapacidad o inconveniencia estatal/social, fueron silenciados, ocultados y marginados hasta superar en suicidios el número de bajas del combate. 
Está claro que la guerra nunca es el camino y que a esta altura de los hechos la mejor herramienta que disponemos es la diplomacia apoyada en el conocimiento de la causa: no olvidemos que las bases inglesas más grandes del hemisferio sur son las que están instaladas, primero, en nuestra propia ignorancia de la causa Malvinas

Por último, la palabra memoria es inevitable. Los pueblos alcanzan su destino por, entre otras cosas, apropiarse del pasado, aprender de lo vivido, y proyectarse al futuro: de nada sirve que repitamos mil veces que “las Malvinas son argentinas” sin saber por qué lo son, sin conocer cómo fueron usurpadas, ignorando todos los reclamos diplomáticos que hizo nuestro país antes y después de la guerra. Después de todo “Malvinas” no es sólo aquella guerra, sino también el futuro de nuestro país


Por todo esto, la memoria malvinera debe ser un ejercicio cotidiano visible a través de la educación y la diplomacia. Únicamente así, a 39 años de la gesta, estaremos rindiendo el homenaje que se merecen aquellos que lo dieron todo, algunos hoy yacen en la turba o en el mar, todavía sin ni siquiera una bandera celeste y blanca que los abrigue. Todos, después de lo vivido, merecen nuestro respeto y reconocimiento.

Mario Flores Monje, licenciado en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales 

Mario Flores Monje tenía tan sólo 11 meses de vida aquel 2 de mayo de 1982, cuando el crucero en el que se encontraba su padre fue atacado por un submarino nuclear británico