Estuvo internado desde el pasado 5 de febrero, cuando sufrió una grave descompensación renal mientras estaba por presentarse en el Festival Patagónico de Jineteada y Folclore de Puerto Deseado. Luchó por recuperarse pero esta noche no resistió más. A los 69 años, se fue el músico de poema gaucho, el que podía describir la llanura pampeana con algunos pocos acordes y un par de frases.
Pese a haber sido bautizado como Rodolfo Giménez por sus padres –campesinos de una posición económica muy discreta- pasará a la historia con un nombre artístico que apareció cuando grababa su primer disco. El músico se vio ante la imposibilidad de registrar sus canciones con su nombre original (porque ya estaba utilizado) y a partir de allí adoptó el seudónimo que jamás lo abandonó.
Tras un paso por Villa Gesell en su adolescencia, se embarcó rumbo a Buenos Aires, ya casado y con un sueño por delante: triunfar musicalmente. La potencia de su voz, con un timbre particular y una cadencia propia del hombre de tierradentro fue creciendo, al mismo tiempo que crecía su familia. Con su mujer Ana María tuvo cuatro hijas.
No fueron sólo referencias al campo las temáticas de Luna. Hubiera sido difícil de esa manera escribir más de 300 temas. Su primer gran éxito fue Zamba para decir adiós, canción que habla de un desamor.
Por su estilo musical se convirtió en un referente. Un contenido crítico hacia los sectores de poder estaba presente en sus letras.
Premios, distinciones, viajes por diferentes partes del mundo. Prestigio. Visitó Estados Unidos, España, Japón, diferentes partes de América. Los festivales lo tuvieron como un asiduo animador.