Sin prisa pero sin pausa, Miguel revisa con sus manos las gomas de la bicicleta tándem que el próximo domingo cabalgara, junto a su dulce compañera Valeria Iriarte para competir en la carrera La Unión Siete Lagos.
Cinco años atrás, Miguel Angel Manríquez, quedó ciego. Hoy apoyado por el amor incondicional de su familia y de Valeria, una solidaria profesora de pilates que ama el mundo de las dos ruedas, entrena incansablemente para disputar la mítica carrera de la Patagonia Argentina.
Para Miguel esta es una de las nuevas razones de su vida, espera ansioso siempre para salir a andar y sentir como el aire de la cordillera acaricia su rostro.
"Con la perdida de la vista, la llegada del dolor es inevitable, pero la elección del sufrimiento depende enteramente de uno", así sintetiza Miguel su nueva filosofía de vida.
Desde hace 4 años, Valeria se dedica casi profesionalmente a las carreras de MTB. “Para una persona como yo, que siempre lucha para el podio, un ser como Miguel me aporta la posibilidad de andar solo por andar, de disfrutar de los olores, los sonidos, el paisaje y el camino. Me atrevo a decir que humaniza el deporte. Es impresionante ver como él va acomodando su cuerpo, como percibe lo que está por suceder en cada curva, en cada subida y bajada”, confía Valeria.
A pesar de que esta será su segunda carrera en bicicleta, la dupla sólo participó de una competencia en Villa Trafúl que fue 70 km en ripio, Miguel Manríquez, ha disputado varias competencias de running como: la Patagonia Run en 10K y 21K, la HI TEC 7 lagos en posta , la 3 Arroyos de Claromecó y Doble Arrayanes de Villa La Angostura.
La mágica ruta de Los Siete Lagos, permite descubrir el imponente paisaje que distingue a la cordillera, con sus lagos, montañas, y la variedad de colores de la primavera. El próximo domingo Miguel y Valeria, casi fundidos en un mismo cuerpo, recorrerán juntos los 110 kilómetros que separan a San Martín de los Andes de Villa La Angostura, desafiando los obstáculos que presenta el camino, pero que, según Miguel, son muchos menos que los que “impone la vida”.