Carta Abierta de la turista Natalia Reineri

13 Sep 2019
    


 Era mediados de Enero. De este pasado Enero. Estábamos de vacaciones en un rincón precioso de la Patagonia. Lugar que casi siempre elegimos porque permite un contacto absoluto con la naturaleza, por su tranquilidad y tremenda belleza. Ir de vacaciones con Juan Ignacio siempre requiere planificación, anticipación, debido a su condición CEA (condición espectro autista). Por suerte disfruta mucho las horas y horas de viaje, lo relaja el movimiento del auto, el sonido del motor. Es una situación donde todos compartimos la alegría de estar en la ruta, o en un camino. También disfruta llegar al lugar, elegir su cama, tomar posesión del hotel, casa o cabaña. Y ya una vez instalados todo va fluyendo. Ocurrió que una tarde, había mucho viento, estaba fresco y realmente no estaba apropiado para ir al lago como lo hicimos días anteriores. El plan era caminar por el pueblo, recorrer locales comerciales, etc. Si bien lo hablamos, lo detallamos y explicamos. .. no le gustó. Apenas empezamos a caminar, comenzaron los gritos, los llantos. A medida que avanzabámos en cada cuadra, más gritos, más llantos...desborde complicado. Llegamos a la plaza y entramos a un kiosco para comprar agua, caramelos. Era un kiosco grande. La chica que lo atendía, apenas vió nuestra situación nos dijo: "Apago la tele? apago la música? tranquilos, no hay ningún problema. Quieren que salga? se quedan un rato solos acá adentro? tranquilos....está todo bien." También había un señor comprando, salió afuera, levanto mi mochila, me acercó un pañuelo. Todas estas actitudes y gestos tan amorosos, tan comprometidos y empáticos( ponerse de verdad en la situación del otro, que la está pasando mal), no tranquilizaron totalmente a Juan, pero sí a nosotros. Con una calma mayor nuestra, y siguiendo la caminata, Juan se fue relajando. Terminamos en un hermoso café de montaña con una rica merienda. Los cuatro juntos, en paz. Sabían por qué el color del autismo es azul? así como el cielo, como el mar? Porque representa la paz, la tranquilidad de un diáfano firmamento. Y porque también representa el azul profundo de las tormentas. En mi caso, además me gusta decir que al autismo debieran representarlo todos los colores. Como en la vida pasamos por absolutamente todos los matices. Hay temporadas de arco iris, y otras de tormenta.Cómo sobrevivimos a las tempestades? porque vamos aprendiendo, fortaleciendo, renovando, buscando....porque sabemos que necesariamente vá a venir el arco iris. Y además, y esto es muy importante, porque hay gente....como esa chica del kiosco de la plaza principal de San Martín de los Andes, (de paso la promociono para que vayan y le compren si visitan el lugar), que ya sabe, que no se asusta, ni horroriza ante una crisis sensorial o de ansiedad. Que dió lugar a la calma. Cada vez son más las personas que saben, que entienden y son amorosas de manera milagrosa. Tan milagrosa capaz de acabar con una tempestad azul. 

 Hacía mucho quería contarlo, hoy pude hacerlo. 

 Según la Asociación Argentina de Padres de Chicos con Autismo (APAdeA) esta condición afecta a 400.000 personas en Argentina.

 Hablemos de autismo, seamos amables con el autismo.