En una nota publicada en la Revista 23, la reconocida periodista de viajes, Sonia Renison, contó lo que es la “Cordillera de verano”, en nuestra ciudad. Compartimos el texto.

06 Ene 2016
    

Cordilleran de Verano, por Sonia Renison.

La primera acción organizada fue juntar cientos, miles de envases plásticos de gaseosas. Limpiarlos, cortarlos. Los picos con su tapa verde o roja por un lado y las bases de cada botella por otro. Un trabajo de hormiga con el objetivo de armar un árbol de navidad gigante y diseñar pequeños eventos hasta el 6 de enero, con la llegada de los Reyes Magos y retomar lo que fue en los años ’70 la Fiesta Nacional de la Navidad Cordillerana. En San Martín de los Andes, la villa de montaña neuquina, la gente se sumó espontáneamente a la organización de este gran evento que incluyó el Pesebre Viviente con música, con la Fanfarria del Hinojal que la rompió con un repertorio que incluyó hasta música de Gustavo Cerati entre la decena de temas que interpretaron. También se repartió chocolate caliente que preparó el Ejército y una estrella de chocolate de dos metros de radio, que disfrutaron en pedacitos grandes y chicos. Para ellos hubo mucho más, unos 15 kilos de caramelos que donó la filial local de la Federación Empresaria Hotelera Gastronómica (FEHGRA) y que antes de la Nochebuena los bomberos repartieron entre los más peques.

En uno de los clásicos locales de pastas y pizzas, La Nona, Marcelo Salgado contó que cuando comenzaron con la idea, espontáneamente, los comerciantes se plegaron en adornar sus vidrieras con motivos alegóricos mientras que Juan Pablo Toledano, del primer bar de picadas de San Martin de los Andes, “Tío Paco”, contó que esta movida es “el inicio para que las familias vuelvan a San Martín a vivir la fiesta de la navidad cordillerana. Antes venían de los alrededores a pasar estas fechas a San Martín y queremos volver a recuperar esa atracción entre los neuquinos y los turistas”.

Para el flamante secretario de Turismo local, Esteban Bosch, la movida espontánea de recuperar la fiesta navideña cordillerana fue recuperar un evento “muy querido por el pueblo”, al tiempo que destacó los ejes de la gestión estratégica que prevé desarrollar con una atenta mirada “integral de la ciudad como producto turístico en sí mismo”, porque es una ciudad atractiva por la naturaleza en la que está inmersa, y su diseño arquitectónico sin ruido visual que hay que conservar, para lo cual la planificación, el financiamiento de proyectos y la capacitación serán ejes de su programa de gestión a cargo de turismo dado que, subrayó, “el turismo es mucho más que un negocio, es una industria y una herramienta para el desarrollo”.

Si hubiera que elegir un aroma que sintetice a San Martín de los Andes, es el perfume de las rosas. Es imponente la postal de la ciudad cubierta de rosas de todos los colores y tamaños que acompañan el recorrido por cada vereda y jardín que rodea las casas, los hospedajes, como la Hostería Aspen, una de las primeras que hubo y en la que su jardín de entrada posee unas nueve variedades, donde además hay un banco de madera que ilumina el sol de la tarde que baña de ribetes dorados a las flores y les desprende su perfume que se impregna en el aire fresco que sopla desde el lago Lacar a tan sólo dos cuadras de este rincón de ensueño. Y talla su impronta de cara a la Fiesta de las Rosas que se celebra junto el aniversario del pueblo hacia el 4 de febrero.

Caminar por San Martín de los Andes es un paseo en sí mismo. Para la guía especializada Julieta Canaletti, en un ratito se descubre también esta villa de montaña entre sus primeras casonas, como la del primer médico del lugar, el doctor Kessler, y donde los vidrios de la banderola de la puerta de entrada aún guardan las iniciales “CK” esmeriladas. Hoy hay una casa de ropa deportiva, que fue el primer hospedaje de San Martín de Los Andes, Hotel Lacar, que hacía las veces de cine y “cuando llegaba una película nueva al pueblo hacían sonar una bomba de estruendo en la plaza para avisar que esa tarde había función en el salón de fiestas del hotel”, cuenta a Veintitrés la guía turística Julieta.

Una postal que devuelve el Lago Lacar al mediodía, es casi casi una imagen marplatense. Sombrillas, reposeras, gente en traje de baño que se sumerge en el agua. Kayaks, canoas, tablas, y hasta unos vehículos para pedalear de a dos y recorrer el circuito que llega hasta el mirador sobre el nuevo tramo de Ruta 40 que luego conduce hacia el camino de los Siete Lagos, hasta Villa La Angostura, asfaltado y una ruta escénica imperdible.

En vehículo, bici, moto o lancha, los recorridos también se pueden hacer caminando como lo es el programa de Senderos de Argentina que aquí, a esta altura, se llama “Huella Andina” y une tres provincias, Chubut y Río Negro con Neuquén y cinco parques nacionales y catorce localidades.

El coordinador territorial nacional de esta propuesta, Horacio “Oso” Pelozo, se convierte en guía de lujo para revista Veintitrés y conduce caminando hacia lo que es el punto de partida de esta experiencia.

“Este recorrido patagónico une unos 580 kilómetros para hacer a pie por senderos internos de cada parque, pero se pueden hacer pequeños tramos que están diseñados para toda la familia, de muy baja dificultad, es decir se va caminando despacio, está señalizado y es accesible”.

Para llegar a uno de los puntos de partida en el paraje Laguna Rosales, hay que registrarse en la casa de la Intendencia de Parques en Plaza San Martín, y se llega desde el centro de San Martín de los Andes en micro urbano en diez minutos a cinco pesos. Desde allí, un cartel gigante brinda detalles como recorrido de 11 kilómetros, el tiempo estimado de 5,30 horas, la vuelta a la laguna y se llega de nuevo al pueblo. También se puede hacer en tres días y dos noches, acampando en sitios privilegiados y permitidos, para rodear el Lago Lacar. Pelozo es un guía experto y conoce la zona del Parque Nacional Lanín como la palma de su mano. En apenas tres horas hasta hay tiempo para un picnic en el predio de una proveeduría ubicada dentro del parque, en la costa del lago y que administra la comunidad Maúche Curruhuinca. Allí, Estefanía Curruhuinca hace dos meses que está recibiendo a la gente y recomienda comunicarse si el grupo es grande para poder atenderlos mejor y preparar empanadas, pan casero o tortas fritas. ¿Un detalle? Los baños son impecables. Hay fogones para preparar el fuego de un asado y una vista impresionante. Caminar por entre los senderos diseñados de Huella Andina es tal vez la manera de disfrutar de la naturaleza pura con una actividad de bienestar como es el caminar y a escala humana, de bajo costo y en familia.

Datos

150 pesos cuesta el día de acampe en Huella Andina, parador y proveeduría de Comunidad Curruhuinca.

40 pesos es el costo del pan casero, la mesa 30 pesos, pack fogón, leña, mesa y parrilla 80 pesos. (02944) 909466 / stefycurru_24@hotmail.com.

20 cervezas artesanales componen la carta de La Nona, pastas y pizzas. Un plato de pastas caseras parte de los 60 pesos.

470 pesos hay que pagar en el Bar Dublin por una picada de ahumados impecable de la que comen tres personas.

850 pesos cuesta alojarse en el Hotel Aspen.

Más información en sanmartindelosandes.gov.ar.