Por el Moscardón Republicano.

06 Sep 2011
    

   Se ha difundido que el martes a partir de las 9.00 horas de la mañana el Consejo de la Magistratura sesionará, en audiencia pública, en la sala del Concejo Deliberante de Junín de los Andes, para tener las entrevistas personales con los candidatos a ocupar las vacantes existentes en la Cámara Multifueros de San Martín de los Andes.

   Muchos se preguntan qué es el Consejo de la Magistratura y para que sirve; simple: es el órgano constitucional –porque está legislado en la Constitución de la Provincia del Neuquén- extrapoder –porque no es un poder en sí, sino que está relacionado con la elección de los miembros del Poder Judicial y su desempeño-, cuyas funciones son:

* 1. Seleccionar mediante la realización de concursos públicos y abiertos de antecedentes y oposición, según el orden de mérito que elabora, a los candidatos a jueces y funcionarios del ministerio público, debiendo requerir la colaboración de juristas reconocidos en el país.
* 2. Requerir el acuerdo legislativo para las designaciones correspondientes.
* 3. Periódicamente, evaluar la idoneidad y el desempeño de los magistrados y funcionarios del Poder Judicial, conforme lo establezca la ley. En caso de resultar insatisfactorio, con el voto de cinco (5) de sus miembros, elevar sus conclusiones al Tribunal Superior de Justicia o al Tribunal de Enjuiciamiento a sus efectos.
* 4. Aceptar las renuncias de los magistrados, y miembros del ministerio público.
* 5. Dictar su Reglamento Interno.
* 6. Las demás que le atribuya la ley.  

   Hasta acá lo estrictamente formal. Pues bien, hagamos ahora otras consideraciones, necesarias para el ciudadano común que se preocupa por la salud de nuestra República y, por ende, de nuestra Provincia.

   Esta institución no es de creación estrictamente republicana, sino de países con regímenes parlamentarios, es decir, de aquellas naciones que el Poder Ejecutivo es un “parlamentario” elegido por sus pares para dirigir el país.

   Por el contrario, nuestro país, desde que nuestros verdaderos Padres de la Patria, allá por 1853, dictaron nuestra Constitución Nacional, eligieron un sistema de gobierno presidencialista y, de hecho, así hemos sido gobernados por personas que llevaron a la Argentina a ser una de las naciones más importantes del orbe; ello mientras no se rompió el orden constitucional.

   Pero resulta que por 1994, los dos líderes políticos de ese entonces celebraron un pacto en olivos, donde con distintos objetivos y ambiciones, desnaturalizaron nuestro régimen político.

   En efecto, uno de esos líderes quería perpetuarse en el poder –lo que es contrario a la República- y el otro –pese a su fracaso como Presidente- quería imponer su ideología progresista, entendiendo que con esa forma se garantizaría la continuidad constitucional y no habría más golpes de estado. Nada más equivocado.

   Vale la pena observar que antes de 1.994 las provincias patagónicas –ciertamente poco pobladas- tenían un número de electores en el Colegio Electoral que le daba voz y voto en la elección del presidente; hoy, sólo el Partido de La Matanza en la Provincia de Buenos Aires tiene más votantes que toda la Patagonia junta. Esto implica haber perdido buena parte del federalismo.

   Volviendo al Consejo de la Magistratura, incorporado en el orden nacional y en el provincial con el fin de dar mayor transparencia a la elección de los jueces, en realidad en ninguno de ambos ámbitos ha cumplido cabalmente con su función, sea por la influencia de su componente político, sea por la baja calidad de los elegidos, sea porque aquellos más capacitados para desempeñarse como jueces no alcanzan a romper el esquema creado para preservar la corporación judicial.

   El sistema de calificaciones regulados por la ley evita, con muy raras excepciones, que entren al Poder Judicial abogados provenientes de la matrícula, privilegiando a los que ya conforman el Poder Judicial y vienen de las categorías inferiores.

   Así hoy nos encontramos con jueces que apenas son muchachos, sin ninguna experiencia de vida y muchos menos en el ejercicio de la profesión, que implica necesariamente el contacto con las personas que tienen los conflictos, que
padecen las arbitrariedades del poder, que luchan denodadamente para poder subsistir en un mundo cada día más agresivo.

   Es así que los justiciables nos encontramos frente a jueces que dictan resoluciones y sentencias desde lo teórico, pero no ponen fin a los conflictos entre los habitantes de la Provincia.

      Ejemplo de ello es el tema de la inseguridad que asola a nuestra provincia y, ahora, en especial a nuestra zona. Estamos inermes ante el delito: la Policía no logra esclarecer los delitos, la Justicia es una calesita a la que entra por una puerta y se sale por la otra, los menores –no tan menores en la comprensión de los hechos que generan- son amos y señores de nuestra tranquilidad, puesto que para ellos no hay castigo.

   Todo eso pasa bajo el imperium de los jueces; también lo pasa el incumplimiento de los contratos, el incumplimiento de las deudas, la violencia familiar, los hijos abandonados, los padres que no cumplen con sus obligaciones, etc., etc.; y aquellos que reclaman para que rápidamente se restablezca o se cumpla la ley, se encuentran con jueces que viven en las formas, en el apego a las formas de la ley, que difícilmente se comprometen con la sociedad y sus necesidades sociales.

   El Consejo de la Magistratura, junto al Tribunal Superior y a la propia Legislatura, hacen oídos sordos a los reclamos de la sociedad.

   Entonces, ahora tenemos la oportunidad de hacer sentir nuestra voz frente a uno de esos órganos y ñla forma es concurriendo a es audiencia pública y, por medio de los Consejeros, que supuestamente nos representan, hacer sentir nuestras demandas.

   Si puede, no deje de ir, de comprometerse.

                                                                                     El Moscardón Republicano