Por Mario Jakszyn.- Lo ocurrido el 3 de marzo en nuestra localidad, no puede pasar de largo. Como sociedad debemos entender que hay un antes y un después de ese hecho aberrante que tuvo que padecer una joven de 9 años y que gracias a su fortaleza y sus propios medios pudo lograr liberarse de una situación que la marcaria de por vida.

23 Abr 2014
    

En la primera marcha fuimos muchos, el tema era reciente y eso ocurre habitualmente, cuando apenas pasan las cosas reaccionamos, porque hacemos eso, actuamos por reflejo, pero no somos constantes. No sabemos mantener un reclamo, un pedido, ni siquiera un acompañamiento a una familia.

A veces da la sensación que lo malo nos duele al principio y luego lo asimilamos como si fuera lo normal, si seguimos así, lo único que logramos es permitir que pase una y otra vez.

Lo que paso el tres de marzo le pudo haber pasado a cualquiera. A una nena de la escuela 5, la 274, la 142 o una del San Pablo, el Fasta o la Escuela del Sol. Le paso a una familia del centro, que podía haber sido de La Cascada, del Arenal, de las Moras, de Cordones del Chapelco o de Alihuen.

No podemos mirar para otro lado, porque le paso a otro.

Violaron a una hija de San Martín de los Andes, ayer fue a la nena de Vero pero mañana puede ser la mía o la tuya.

Porque queremos que esto no siga pasando, porque queremos que esto no sea normal, ni queremos sentir que no queda otra que la resignación. Por eso los miércoles a las 19 tenemos que estar ahí.

Acompañamos a una familia llena de dolor, con una hija que se mantuvo fuerte el primer mes, pero después de atravesar una cámara gesell recayó. Que con el correr del tiempo su mente, cuerpo y corazón comienzan a interpretar el horror que tuvo que vivir, y eso no le permite dormir.

Una niña que llevará la imagen de su agresor en su retina por muchos años, tal vez con un fuerte apoyo profesional pueda al menos sesgar esa instancia de su vida para seguir adelante cargando el duelo de lo que vivió su inocencia.

Acompañamos a una familia que llora fuera de su casa, para solo llevar sonrisas al espacio que comparten con su hija.

Acompañamos a una familia que pide a gritos que no excarcelen al inmundo que les marcó la vida y tal como lo detalló el fiscal, el mismo día que se le formularon los cargos, hay pruebas suficientes para asegurar su culpabilidad. Que aguarde su juicio en prisión.

Acompañamos para pedir que reciba una condena acorde al daño irreparable que provocó.

Pero también acompañamos un pedido de justicia, por lo que pasó y por todo lo que pueda llegar a pasar.

Acompañamos un pedido de seguridad para San Martín de los Andes, para que cada vez haya menos hechos delictivos, y que se trabaje eficientemente en la prevención del delito, porque 30 "conocidos" delincuentes no pueden amedrentar a un pueblo, ni de cerca.

No podemos mirar para otro lado. No hay otro lado adonde mirar, más si hablamos de nuestros hijos.

En la marcha de los miércoles tenemos que estar todos, o muchos, demostrando que nos preocupa la seguridad de las familias de esta localidad.

No esperemos a ser los protagonistas del título de un diario y allí recién salir a marchar porque nos violaron o mataron a un hijo. Acompañemos a quienes hoy padecen este terrible dolor y adelantémonos a cualquier futura situación similar.

El miércoles pasado con fuerza llegamos a 25 personas.

Y siempre faltan los mismos. Los del gobierno (ni un familiar de todos los que están adentro), del deliberante (apenas algún concejal), los hipócritas que dicen preocuparse por los vecinos, los de las comunidades educativas del estado y privadas, de las instituciones, de las cámaras, de los movimientos sociales, de los gremios, de los comercios, de las cooperativas, de los medios de comunicación, etc.

El miércoles pasado apenas fuimos 25 personas, entre algunos familiares, vecinos, periodistas, fotografos y camarografos.

No nos olvidemos de lo que pasó, intentemos entre todos que la llama nunca se apague.

 

Mario Jakszyn