El país está viviendo una grave crisis económica, política, moral y social. Con una inflación creciente, niveles de pobreza y corrupción alarmantes, y una incertidumbre que afecta el día a día y la visión de largo plazo de todos los argentinos.
En ese estado de situación y con el deseo de revertirlo colectivamente fuimos a las urnas. Y la ciudadanía se expresó: la propuesta política de Juntos por el Cambio resultó tercera, quedando afuera del balotaje. Esto merece reflexión y autocritica profunda de todos los partidos de Juntos por el Cambio, así como de sus principales actores políticos.
La Unión Cívica Radical agradece el acompañamiento de los millones de argentinos que a lo largo de país acompañaron nuestras propuestas y rechazamos posiciones unilaterales inconsultas que no expresan los valores de Juntos por el Cambio
Nuestro partido tiene una extensa historia en defensa de la democracia, del respeto de los derechos humanos, de la ampliación de derechos sociales de manera sostenible, de compromiso con la educación y la salud públicas, así como también de un posicionamiento soberano en materia de política exterior.
Los argentinos colocaron a nuestra coalición en un rol de oposición. Y eso es lo que debemos hacer. Esa responsabilidad es sumamente relevante, ya que contamos con 10 gobernadores, cientos de intendentes, 93 diputados y 24 senadores nacionales. Ese mandato de las urnas para con Juntos por el Cambio es el que vamos a honrar, reconstruyendo los liderazgos, los proyectos y las visiones que vuelvan a enamorar a los argentinos, al tiempo que controle y ponga los límites necesarios a quienes vayan ser gobierno nacional a partir del 10 de diciembre.
Los argentinos votaron, y son los únicos dueños de los votos. Ningún dirigente lo es. Cada uno de ellos decidira en el balotaje por su preferencia.
La UCR no apoyará a ninguno de los dos candidatos. Ninguno de los dos garantiza un futuro de progreso para la Argentina.
Sergio Massa es tan responsable como Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner del estado del país, de su empobrecimiento, del proceso inflacionario, la corrupción y del deterioro social y económico de Argentina.
El extremismo demagógico de Javier Milei se encuentra en las antípodas de nuestro pensamiento. Su plataforma política y la violencia que se desprende de sus palabras y gestos, atentando siempre contra la convivencia, no tienen nada que ver con nuestro partido. Jamás podríamos tener nada que ver con su espacio.
Tenemos la oportunidad histórica, a 40 años de recuperar la democracia, de terminar con las grietas que peligrosamente parecen multiplicarse y que sólo han servido para rédito personal y político de algunos sectores y actores.
Tenemos la responsabilidad de sacar el país adelante, desde el lugar que los argentinos nos han asignado. Y de construir un nuevo radicalismo, que sobre sus valores históricos convoque nuevamente a las mayorías, que represente los intereses nacionales y rescate lo mejor de nuestra tradición institucional. Con banderas y liderazgos renovados que permitan explicitar un camino claro, un proyecto de país para construir un futuro mejor.
A ese desafío convocamos a los argentinos.