Dolor de cabeza, nauseas, debilitamiento, son algunos de los síntomas comunes que padecieron maestros, directivos y alumnos por intoxicación de monóxido de carbono el pasado 4 de septiembre en la escuela 352, que afectó a cerca de 70 personas.

19 Sep 2013
    

Juana Casanova e Iris Lucero son docentes de la escuela 352 del barrio Nahuilén. Participaron de la reunión en el salón municipal y al finalizar nos contaron lo que vivieron y sintieron ese día.

“Lo que quiero aclarar es que en esta escuela se veían cosas que hace rato eran inusuales, por ejemplo, que había demasiados chicos con dolores de cabeza, sensación de nauseas…y la situación que viví el miércoles 4 de septiembre fue muy seria y me preocupa porque estoy en doble turno, muchas horas y estuve muy descompuesta. Ese día no podía reaccionar, tenía dolor de cabeza y la situación fue límite, porque los chicos en la ultima hora, nos pidieron formar sentados, era tal la intoxicación que no reaccionábamos. Los chicos estaban muy desganados, con dolor de cabeza, como afiebrados….”, relata Juana.

Juana cuenta que consultó con una médica amiga y que al día siguiente lo comentó – era día de jornada institucional – con sus compañeros y todos compartieron su sensación de estar agotados, con dolores fuertes de cabeza. “Esa tarde tuve que ir a la salita y ahí los médicos me confirmaron que tenía todos los síntomas de intoxicación por monóxido de carbono.”

A su turno Iris, contó su experiencia a cargo de un quinto grado, “justo esa mañana los chicos quisieron quedarse dentro del aula para ensayar un baile, los otros grados se fueron al recreo afuera, entonces estuvimos toda la mañana en el aula. Cuando fui a dirección sentía mucho dolor de cabeza y la secretaría se sentía igual. Cuando voy a buscar los chicos a plástica estaban todos sentados en el piso, tirados, sin ganas de nada igual que la seño.”

“Yo soy de Junín y en el viaje iba con muchas nauseas y dolor de cabeza, mareos y cuando llego a mi casa, ni siquiera pude almorzar. Me fui a acostar y no me podía dormir, tenía ardor en la nuca. A la tarde me fui a la guardia del hospital donde me inyectaron por las nauseas y el dolor de cabeza.”

De este modo estas docentes graficaron esta situación que si bien pudo ser una desgracia, hubo esa cuota de suerte que permitió que nadie saliera gravemente afectado, pero que despertó un alerta en la comunidad educativa de la que toda la sociedad debe dar cuenta.