En Washington, capital de los Estados Unidos, fue preso por cortar una calle el alcalde de la ciudad.

13 Abr 2011
    

“Una imagen vale más que mil palabras”, decían los viejos jefes de redacción.

El señor esposado es Vincent Gray, el alcalde de Washington DC, la capital de los Estados Unidos de Norteamérica. Los señores que lo esposan, la policía del Capitolio, el edificio del Congreso. La razón de este procedimiento: haber cortado la calle. Haber hecho un piquete.

Gray fue detenido el lunes junto a otras cuarenta personas, entre ellos seis miembros del Council, el concejo deliberante de Washington, que lo acompañaron en una protesta contra los cambios en el presupuesto que afectan la administración de la ciudad y que fue resuelto en un acuerdo entre el Senado y la Cámara de Representantes (los diputados), y que comandan, respectivamente, demócratas y republicanos.

Sin ese acuerdo el presupuesto no se aprobaba y, sin presupuesto, como se sabe en todo el mundo civilizado menos aquí, todo el sistema federal, lisa y llanamente, colapsa, cierra, shutdown, como dicen ellos.

¡Qué tontos! -dirá la forma argentina de ver la institucionalidad- si se puede gobernar perfectamente sin presupuesto, sino ¿cómo hace Cristina?  

Esas reformas, acordadas sobre el filo de la navaja, le impiden a la ciudad de Washington, entre otras sensibles cuestiones,  solventar, del propio erario municipal, los abortos para las mujeres de bajos recursos. Una clara concesión que los demócratas debieron hacerle a los republicanos para poder aprobar la ley de leyes.

Pero volviendo a la detención de Gray, la forma argentina de entender la legalidad dirá: “es todo mentira, lo llevan a una comisaría y ahí nomás lo sueltan pidiéndole disculpas mientras le sacuden la tierrita del hombro”. Error…

Según el Washington Post, Gray, los seis concejales y los 34 manifestantes restantes “were arrested and charged with unlawful assembly for blocking passage on the street”. En español: fueron arrestados y acusados por asociación ilícita para bloquear el paso en la calle. Más claro: les abrieron una causa criminal y salieron libres bajo fianza. En criollo: Garparon.

¿Quién pagó la fianza? La forma argentina de entender las finanzas públicas dirá: el municipio. Error. La pagan de su bolsillo porque si no, más temprano que tarde vuelven adentro por malversar caudales públicos o algún otro insólito delito por el estilo. Y los encanan de verdad. Se llame Barack Obama o Juancito el herrero, como decía mi viejo.

 

La imagen de un funcionario público, un tipo poderoso, esposado es muy fuerte. Aunque dudo del efecto que cause esta foto en la adormecida, narcotizada,  consciencia argentina. Me parece que la mirada tiende a seguir de largo hacia algún culo de alguna niña mediática. Y tal vez esto no esté mal si no fuera porque estamos demasiado mal.

 

Pero además de un testimonio gráfico de un hecho noticioso, además de una situación graciosa para nuestro –a esta altura de la historia- estúpido sentido del humor nacional, esta imagen es un mensaje para toda la sociedad estadounidense, y por extensión la del mundo entero, mundo que desgraciadamente nos incluye. La foto nos está diciendo: en este lugar nada ni nadie está sobre la ley.

 Siete palabras que podrían quizás haber cambiado nuestra historia.

  Norberto Masso (periodista)