Por: Daniel Ramazzotti

06 May 2011
    

El gobierno y los gremios estatales se  reunieron ayer en lo que fue un nuevo paso en esta suerte de baile del poder, donde la sociedad forma parte de la orquesta, y como dice la canción “…el que toca, nunca baila…”.

Como era de esperar ayer no se pudo fumar la pipa de la paz, no solo porque en verdad es necesario analizar a fondo números y porcentajes, sino porque más allá de la puja salarial existen,  lo afirman las partes,  cuestiones ligadas a las próximas elecciones generales que algunos ven y otros no.

Existe también quienes prefieren hacer una interpretación parcial del asunto  presentando el tema como si se tratase de una verdad revelada, cosa que provoca una errónea lectura de los hechos que sucede ya no en esta localidad -lo cual es una mirada menor del problema-  sino en un contexto provincial que, en definitiva,  es el que define  decisiones de peso.

Que el conflicto salarial está cruzado por un fuerte contenido político, es innegable. Lo dicen funcionarios del gobierno y lo confirman los más altos dirigentes sindicales con sus afirmaciones.

¿Eso está mal? De ninguna manera!.

La política, se sabe,  forma parte de la vida de la ciudadanía, está en cada pequeño acto que se lleva adelante aquí o en el último rincón de la provincia,  se esté de acuerdo o no con él y es justo y necesario que así sea.

¿Está mal reclamar una suba salarial?.

Claro que no!  Solo aquellos de mentes obtusas pueden pensar así. 

Lo que preocupa, lo que sí está mal, es que utilice la incertidumbre de unos y el dolor de otros con fines electorales, sea quien fuere el autor de la maniobra

La batuta

La solución del conflicto quizá  esté más cerca. Quizá, los bailarines realizaron nuevos pases de baile al compás de una orquesta que por el momento suena desafinada,  cosa que permitirá que algunos se rasguen las vestiduras y otros pretendan dar lecciones de buen gobierno.

Mientras esto sucede, la sociedad - a la cual puede calificarse de todo,  menos de tonta-, seguirá  tocando y sin bailar, a sabiendas que en su mano tiene la batuta que le permitirá decidir, en poco más de treinta días,  quién será el próximo director de esta orquesta llamada Neuquén.