La caratulo de “incomprensible, tibia y repudiable” en un comunicado de prensa. “Quedó flotando la sensación que se condenó sin penalizar, sólo para pretender calmar el hambre de justicia de la sociedad y la familia de la víctima”, dijo el senador.

04 Ago 2014
    

“La injusticia, allí donde se halle, es una amenaza para la justicia en su conjunto”. Esta frase del inolvidable luchador, Martin Luther King sirve perfectamente para expresar la indignación que se siente frente al incomprensible, tibio y repudiable fallo emitido en el caso del frío y cobarde asesinato de un efectivo de la policía neuquina que estaba cumpliendo con su deber, el Sargento José Aigo, sentimiento este que seguramente embarga a la mayoría de la opinión pública.

No soy abogado, aun cuando me hubiese gustado serlo, pero quiso el destino que dedicara mi vida a la defensa de los derechos de los trabajadores.

Todos los que me conocen saben que en ese ejercicio, en el que llevo alrededor de cuarenta años y donde siempre empleé la prudencia y el análisis, nunca faltó la firmeza cuando me tocó enfrentar a quien no respetaba las leyes laborales faltándole el respeto a los trabajadores y pretendiendo pisotear su dignidad.

En esa constante tarea me he visto obligado numerosas veces a recurrir a tribunales para que jueces probos, como la gran mayoría de nuestros magistrados argentinos, sin tibiezas ni parcialidades, pusieran las cosas en su lugar, haciendo honor al cargo y dignificando la palabra justicia.

A partir de esa experiencia, frente a las penas impuestas a quienes fueron cómplices, partícipes  o encubridores en este caso, pareciera que muchas veces la justicia es justicia según el castigo impuesto al crimen cometido y que si bien la ley hace justicia, algunos que la aplican pueden  equivocarse y entonces se cometen injusticias.

Quedó flotando la sensación que se condenó sin penalizar, sólo para pretender calmar el hambre de justicia de la sociedad y la familia de la víctima. Y que si bien todos somos iguales ante la ley, no me gustaría pensar que no es así ante algunos que se encargan de ejercerla, por ejemplo, los que se duermen en las audiencias.

Entiendo que este –por llamarlo suavemente- tibio fallo desconsidera y hasta parece despreciar el luto, desconsuelo y  dolor que impotentemente padece la familia y quienes integramos la sociedad.

Si la justicia es garante de la libertad y la primera libertad que goza el ser humano es la vida, con el nacer, crecer, amar, formar familia, trascender y envejecer en paz… ¿Qué libertad tuvo Aigo y porqué si la tienen los que colaboraron con su cobarde asesinato?

Tanta cercanía con la absolución me recuerda al poeta romano Publio, que un siglo antes de Cristo dijo que “La absolución del culpable es la CONDENA del juez” Y se olvidó de decir que también es la causa del repudio popular.

Como dije al principio, algo está mal, y lamentablemente, este tipo de sentencias salpica y enloda al conjunto de la justicia y a los muchos jueces y funcionarios de verdad, esos que sin miedos, favoritismos o tibiezas, tienen la valentía de aplicar el mayor rigor que la ley les permite, cumpliendo con sus altísimos principios y con la misión de resguardar a la sociedad, aun cuando se ganen el resentimiento y odio de los condenados.

LA IMAGEN DE LA JUSTICIA SUELE TENER LOS OJOS VENDADOS… ¿NO SERÁ QUE LA JUSTICIA VIO LO QUE HACÍAN ALGUNOS POCOS FUNCIONARIOS SUYOS Y POR ESO SE VENDÓ LOS OJOS?         

Firma Guillermo J. Pereyra- Senador Nacional