Quiroga: “Tienen a un maleducado a cargo del Ejecutivo”

La emergencia climática no solo dejó nieve en San Martín de los Andes, sino también un conflicto desatado recientemente entre el concejal Gerardo Schroh, del PRO Compromiso por Neuquén, el intendente a cargo Sergio Winkelman y el mandatario de la ciudad capital, Horacio Pechi Quiroga.

El origen fue una máquina para despegar el acceso a los distintos barrios, solicitada por el Edil a Quiroga, y que fue devuelta luego de llegar a nuestra ciudad, por motivos que podrían enumerarse desde una simple mala comunicación, a motivos políticos más complejos.

“Primero el tema me causó gracia, pero después me fue dando indignación”, señaló Pechi, en una entrevista con Fm De la Montaña: “Me entero el martes que el Presidente del Concejo, a cargo de la ciudad, que la verdad ni lo conozco, dijo que no necesitaba la máquina”.

Quiroga comentó que su ayuda llegó tras una solicitud de Schroh, en la que se prestó rápidamente movilizado por la necesidad de la comunidad, y “el sentimiento que significa mi pueblo donde me parieron”, detallando que incluso fue Neuquén quien abonó el traslado del equipo, incluyendo el carromato en el que fue trasladado.

“Fue una falta de consideración, de respeto institucional, porque este señor ni tuvo la deferencia de llamarme; yo no lo llamé porque supuse que con el Comité de Emergencia era suficiente”, continuó y arrojó: “Tienen a un maleducado a cargo del Ejecutivo”.

Por otro lado, manifestó que “en un momento de emergencia a uno ni le importa” el color político del que llegan los favores, y aseguró que “hacer política es aprender algo del temporal del año pasado, no encontrarse otra vez con las máquinas paradas, cuando hoy, a través de Windguru, sabes problemas climatológicos con una semana de anticipación”.

Para finalizar, señaló que “se trata de una falta de comunicación entre las autoridades dirigentes de San Martín”, reiteró su “voluntad, compromiso y buena fe frente al requerimiento elevado por Schroh”, y concluyó, nuevamente apuntando a Winkelman: “La única manera que pase desapercibida una máquina es que haya 50 dando vueltas”.